Sara y Lucas

EN CONSTRUCCIÓN, DISCULPEN LAS MOLESTIAS.

Y que se pudra en el infierno.
-Hola Sara, ¿te acuerdas de esto? Me la regalaste tú. Me dijiste que todo tiene una cara y una cruz. Que a veces sale mal, a veces sale bien. Y tenías razón. Y como la moneda, todos tenemos dos lados. Yo también. La primera lección que aprendí cuando entré en el cuerpo fue que con un sueldo de 1500€ al mes pues nunca iba a veranear en la costa azul, nunca iba a vestir camisa de Oscar de la Renta, bueno, la segunda lección me la enseñó mi padre, una noche antes de fingir su muerte. Me dijo que conocía todas las moquetas y todas las alfombras de los bancos a los que entraba, tenía tantas deudas, créditos, aplazamientos de embargo... que cada vez que entraba en un banco tenía que agachar la mirada, humillado. Cuando juré mi cargo me prometí a mi mismo que a mí no me iba a pasar eso, no. Yo iba a entrar en los bancos con la cabeza bien alta, con los ojos clavaos en el techo. La única forma de entrar así en un banco es teniendo en la cuenta diez millones de euros. Mi padre lo aprendió muy tarde, pero yo lo aprendí muy pronto.
+Quiero hablar con el juez.
-Diez millones de euros, eso es lo que me prometieron Salazar y el Kaiser.
+Quiero declarar. Voy a contarlo todo.
-Para un tipo como el Kaiser diez millones es calderilla, pero para un madero de San Antonio, diez millones es el puto euromillón.
+Voy a contar como Lucas me utilizó.
-Sara, te engañé.
+Me engañó.
-Te usé.
+Me usó, porque tenía acceso a la información del caso. La información de mi padre, de mi abuelo.
-¿Quien iba a sospechar de ti? Eras la nieta del comisario, eras la socia perfecta. Ya no me sirves. Es así de fácil. Y si he hecho este vídeo es porque no gano nada con que tu estés en la cárcel. Así que Sara, salva tu culo. Yo ya he salvado el mío. Y por favor, no me guardes rencor. Ya sabes, todos tenemos dos caras.
+Espero que le cojan y le encierren mis años. Y que se pudra en el infierno.


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